Ey, bro, larga vida a los blogs, a la libertad de prensa y a la belleza de la rebeldía informática. La reciente entrega de los nuevos petroaudios ha reforzado el modo cómo opera el gobierno para llevar a cabo sus negocios. Rómulo Léon es, en papel de acero ya, el negociador y puente entre los quehaceres corruptos (“business”; Barnechea dixit) y el Gobierno. Estrategia búfala: ¿Por qué Rómulo León? Porque fue el personaje de credibilidad cero que si el futuro le fuera adverso, brotaría en él “el silencio Mantilla II” –un bufón; un as bajo la manga para la fuga-. Dicho y hecho. Según el periodista Gorriti, el mandatario ya sabía de los petroaudios desde mayo pasado – alertado posiblemente por sus amigos Vega Llona y J. Favre-; o sea tuvo harto tiempo para eliminar su propia prueba y demás vasos comunicantes. En la prensa se ha construido dos bandos bien diferenciados por la postura ética periodística; pero nadie subraya que hay un trasfondo de simpatía hacia el gobierno. El Comercio, Correo, Perú 21, La Razón, Expreso, han dejado traslucir en sus editoriales su lado ‘pensante’ respecto al tiempo de entrega de los 86 neo petroaudios de O’ Brien. Y son justamente estos periódicos las geishas empapeladas de palacio. Manantial de claridad: lobbistas versus periodistas. Cuasi periodistas amigos de lobbistas versus periodistas. Es un maniqueísmo y no hay medias tintas (¿caviares y no, versus fascistas y conservadores?). Una cosa más: No existe la prensa ‘seria’. Eso me suena a pontificar el oficio. Qué vivan los blogs y la prensa ciudadana achorada que muchos ya quisieran acallar. Sólo existe una prensa: la crítica; la que pone a los peces gordos azules del susto ¿Cuál es el valor máximo a rescatar ante la selva de mensajeros y blindajes legales por acontecer? La verdad última por saber: si los que manejan los hilos del país son personas íntegras para hacerlo.